martes, 3 de mayo de 2016

Lengua Verde Libros presenta en la Feria del Libro de Málaga el segundo poemario de Israel Olivera

El libro, titulado ‘Poso de ceniza’, transita entre el amor, el sexo, la noche, el exceso y la esperanza. Cuenta con ilustraciones de Elena Blanco y con una banda sonora que ha corrido a cargo de Sixto Martín, miembro de la banda malagueña The Loud Residents

El periodista Israel Olivera presenta su segundo libro de poemas, ‘Poso de Ceniza’, dentro de la programación de la Feria del Libro de Málaga. Será el viernes 6 de mayo a las 19:00 horas en el Edificio Iniciarte del Muelle 2. ‘Poso de ceniza’ es su segundo poemario tras ‘Las estaciones y los días’, publicado en 2002.

La editorial malagueña Lengua Verde Libros estrena con este libro su Colección Terral, destinada al público adulto, tras la exitosa publicación del título juvenil ‘Nico y Lena: La Cueva de la Media Luna’.

‘Poso de Ceniza’ es un poemario que transita entre el amor, el sexo, la noche, el exceso y la esperanza. “Alude su título a un pasado del que aún queda un rescoldo dispuesto a avivarse en el recuerdo, un poso de ceniza, producto de una brasa que brilló antaño”, apunta el autor. Poemas breves, sólidos, contundentes, que dejan poco lugar a la imaginación y que transitan entre la crudeza y cierto aire naif en ocasiones.

A las 96 poesías que componen el libro le acompañan los dibujos elaborados por Elena Blanco, trazos de líneas sencillas que aluden a un verso, a una palabra, al protagonista de una canción incluidos en el poemario.

El diseño de maquetación ha corrido a cargo del publicista Nacho Marcos, que ha elaborado para ‘Poso de ceniza’ un formato pequeño, cuadrado y compacto, casi contenido.

Además, este libro tiene banda sonora. Dos temas que se pueden escuchar online, compuestos por Sixto Martín, de la banda malagueña The Loud Residents, y a cuya escucha se invita antes de comenzar la lectura como un preludio, un prólogo sonoro.

El autor

Israel Olivera es periodista y natural de Barakaldo, Vizcaya. Está afincado en Málaga desde el año 2006, donde ha desarrollado parte de su carrera profesional como responsable de comunicación de Ojeando Festival, escritor de viajes para el Patronato de Turismo de la Costa del Sol, articulista en Cadena SER, responsable de prensa en el Ayuntamiento de Ojén y ahora en el Ayuntamiento de Marbella, etc. Antes había colaborado como tertuliano en ETB, reportero en Telecinco o como presentador de late night show en la televisión de Vocento en Vizcaya. Tras casi diez años residiendo en Ojén, ahora vive en Marbella.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Alzheimer

Nos azotó aquella enfermedad de nieblas. Y nos sumió a todos en el desconcierto, en el dolor de no verse reconocido, en la pérdida paulatina y atroz de una memoria única, personal, particular.

Los recuerdos de la posguerra, de los hospicios, de aquel eterno viaje a Santander, los recuerdos de sus hijos, de su hija, de su marido, de su primer nieto y de sus nietas venideras, los recuerdos de su Barakaldo natal, de su barrio de Rontegui.

A medida que se evaporaban sus imágenes, perdíamos nosotros una parte de la vida, de su vida que era también nuestra. Y verla invalidada cada día, sin recordar para qué servía un botón, por dónde se iba a casa de su hija, cómo se llamaba su amiga de la infancia, en qué calle estaba provocaba un desasosiego arrasador.

Luego se transformó en una niña grande, inquieta y traviesa, que jugaba con nosotros y con su enfermedad sin saberlo ni pretenderlo, que provocaba situaciones ciertamente cómicas en la tragedia, que permitía encauzar sus pasos hacia una momentánea vida mejor.

Y después vino un velo negro, una mirada apagada, un rostro vacío que no se reconocía a sí mismo.
El dolor de los próximos. La dureza descarnada de las decisiones racionales. El traslado a una residencia. La orfandad sin muerte.

Salíamos con ella a tomar café, paso a paso, despacito. Se lo tomaba con avidez, como una reminiscencia de sus querencias más poderosas. La acariciábamos, la hablábamos, la sonreíamos.

No llegó a conocer a Antonia, aunque Antonia la cogía innumerables veces del brazo para pasear. No supo de su bisnieta Daniela, aunque tocó con su mano la tripa donde se abrigaba. No supo de las idas y venidas de su nieto de Bilbao a Málaga y de Málaga a Bilbao. No supo de del fallecimiento de su marido. No supo ya nada más, pero nos dejó su recuerdo, contradictoriamente, nos dejó su recuerdo.

Paseo por las playas de Marbella, hundo los pies en el agua. Ella me quitó el miedo al mar, ella me venía a buscar a la guardería, ella hacía la mejor tortilla de patata del mundo, ella jugaba a la brisca como si la vida le fuera en ello, le gustaba tomar café en vaso de cristal, con un poco de azúcar.

Edurne, Nieves. Mi amama, mi abuela.


El lunes se celebró el Día Mundial del Alzheimer.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Amistad

La amistad es un refugio, un aliento, un compromiso fiel con la vida.

La amistad es un entendimiento entre iguales, libre y poderoso, que tiene su fundamento en el amor, el respeto y la complicidad.

La amistad no entiende de épocas, ni del transcurso del tiempo, de años, de décadas.

La amistad se forja en los cimientos de lo íntimo, de lo personal.

No sabemos cuáles son sus mecanismos, ni donde abundan sus equilibrios. No sabemos porque aquí sí se deposita esa simiente y aquí no. Nada tiene que ver la amistad con la cercanía ni con la proximidad, sino con un lazo empático que nos lleva al entendimiento.

Los científicos, los antropólogos, los sociólogos podrán bucear en la historia de la humanidad hasta su génesis, y para referirse a la amistad hablarán de comportamientos gregarios, de cooperación necesaria para la supervivencia, de tratos interesado. No osaré poner en duda sus estudios y conocimientos, jamás, pero yo siento otra cosa.

Una sonrisa cómplice, un abrazo duradero, una emoción interna, un deseo al punto.

Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que amistad, en su primera acepción es afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

Puro, desinteresado, compartido. Palabras troncales para definir ese sentimiento de afecto hacia el otro.

Quiero ser leal a mis amigos y a mis amigas. Leal a nuestros aciertos y a nuestros  errores, a nuestros lugares comunes y nuestras charlas particulares. Soy consciente de su afecto, pese a mis fallos estrepitosos, y anhelo siempre su abrazo, su compañía. Hemos compartido dolor y alegría y muchas noches enloquecidas e iluminadas, también confidencias y desgarros, amor, sexo, odios y tristezas.

Hemos compartido, en definitiva, la vida.

Desde la Costa del Sol trazo un mapa, un hilo conductor de esas empatías y sinergias fundamentadas en el amor. Un hilo conductor que me lleva a Bilbao, a Londres, a Madrid, a Valencia, a Mallorca, a Barcelona, a Granada, a Barakaldo. Y en ese viaje compruebo que hay un par de hilos un tanto deshilachadas.

Dejo de escribir, cojo un teléfono, y llamo.


La múisca que acompaña el artículo no puede ser otra, "Try (with a little help from my friends)", la versión de Joe Cocker en Woodstock


viernes, 11 de septiembre de 2015

Segundo primer día

Ni la presunta veteranía que otorga que este curso sea su segundo curso, evita que el corazón te haya aleteado a mil por hora. Has intentado racionalizarlo, asegurarte de que va a estar bien cuidada, magníficamente atendida, que es necesario en su proceso de socialización, que debe salir de la zona de protección de la familia… Esas cosas que se dicen el alto para alivio propio, pero sin el más mínimo convencimiento.

Luego, la has visto con su mochila en los hombros, los ojos trufados de asombro, cierto mohín en la boca que no has sabido si era sonrisa o llanto al punto. Y te ha parecido tan pequeña como el primer día de aquel primer curso. Indefensa, débil, desprotegida. Y toda la monserga psicológica que te has autoimpuesto se ha desmoronado como un castillo de naipes, porque lo que realmente has deseado es que ese momento pasara, salir de los límites que impone el colegio y llorar a moco tendido.

Esta primera mañana ha sido larga, eterna. Has mirado el reloj una y mil veces y los dígitos han cambiado despacio, excesivamente despacio. Has ido a trabajar, o a hacer cuatro recados o a casa o a dar un paseo y tu cerebro ha permanecido partido en dos. Un fragmento aquí, contigo, en el quehacer cotidiano, y otro allí visualizando el interior del aula, con él o con ella.

¿Estará bien? ¿Jugará? ¿Cómo se encontrará? Mil preguntas. Ya te conoces las teorías de Supernnany, esas que dicen que en dos minutos se le ha pasado el berrinche. Lo sabes por supernnany y por propia experiencia, pero eso no te ha quitado en toda la mañana el pulso de nervios, la excitación, el interrogante, el suspiro.

Has mirado el reloj de nuevo. No ha pasado ni una hora. Otra vez. No han pasado ni cinco minutos. 

Ay.

Ahora, cuando apenas faltan unos minutos para las dos, te encuentras en la puerta, esperando ver cómo aparece, queriendo escrutar ya su cara para vislumbrar algo, para intentar saber cómo lo ha pasado, si ha disfrutado, si el reencuentro ha sido en positivo.

Suena el timbre.

Se abre una puerta.

Se oyen unos gritos de júbilo.

¿Es esa melena rubia la suya? Ay madre, qué ganas de verla, de abrazarla, qué ganas de que me cuente.


Cuento esto en la radio mientras yo mismo espero a que Daniela salga, espero abrazarla, espero que me cuente…. 

¡¡Ahí está!! 

¿Es ella?

SER MARBELLA COSTA DEL SOL, La Firma
10/SEP/2015

jueves, 3 de septiembre de 2015

De Inicios

En este primer artículo de curso periodístico sería lógico hablar de los retos que se nos presentan, del futuro inmediato, de los proyectos que se abren, del reinicio de tantas cosas sabidas, de cómo la piel se readapta con rapidez inusitada a lo nuevo.  Los coaches, tan de moda en los últimos tiempos, hablarán estos días de retos, de sueños, de metas. En fin, de toda esta parafernalia.  

Yo prefiero hablar de rescoldos, de aventar cenizas, de soplar brasas. Porque sin poso previo no hay futuro, porque sin background no se pueden consolidar las metas, porque sin preparación no hay proyecto.

Tantas cosas se iniciarán en este mes de septiembre a calzón quitado que fracasarán antes de sus primeros pasos, fracasarán porque han nacido ya fracasados. Porque en su inicio sólo había humo, no brasas.

El futuro exige pasado. La consolidación requiere cimientos. La política necesita ideología. Los maestros y maestras convicciones profundas. Los niños y las niñas anhelos. Si no hay de esto, no habrá de aquello. O aquello durará lo que una pompa de jabón. Nada.

Me gustan los osados y las valientes, los admiro, pero desconfío de los temerarios, de los discursos vacíos, de las empresas sin proyecto, de los políticos sin programa. Y en estos inicios de curso escolar, de curso político, de curso dietético, de curso económico nos encontraremos muchos de estos. Mucho temerario sin experiencia, mucho temerario sin poso, mucho temerario sin conocimiento.

A estas alturas de artículo, dos o tres ya habrán pensado, o dicho, sí, pero el que no arriesga no gana. Desde luego, el que no arriesga no gana, el que es incapaz de salir de su zona de confort no crece, el que adora su sofá no descubrirá el placer de la cama. Lo único que apunto aquí hoy es que las aventuras exigen preparación, que la experiencia es un grado y que el éxito de la voluntad radica en el conocimiento. Todo lo demás será flor de un día. Aviso para navegantes.


Por eso, hoy, esta semana, cuando todo el mundo mira hacia adelante, hacia los nuevos proyectos, yo prefiero mirar para atrás, reconectar con mis experiencias, recopilar mis emociones, recuperar algunos conocimientos extraviados , sólo así me sentiré preparado para afrontar el futuro con garantía.

viernes, 31 de julio de 2015

UN BUEN DÍA



En los mapas antiguos, cuando la ignorancia y el miedo se daban la mano, lo que había más allá de la tierra conocida no se dibujaba, no se dibujaba porque simplemente no existía. Si los más osados deseaban hacerse a la mar rebasando aquel límite imposible del fin del mundo, de aquella finisterrae, los cartógrafos les hacían desistir pintando dragones y monstruos marinos que les ahuyentaran y que alimentaran las leyendas y el temor a lo ignoto. 

El miedo a lo desconocido.  El miedo a otra realidad. El miedo a lo nuevo. Tantas veces nos paraliza. 

La zona de confort nos ofrece una vida amable, apacible, tranquila, templada, reposada, sin excesivos sobresaltos. Un matrix de cotidianidad en el que podemos sobrevivir sin ajetreos o con los ajetreos justos, con los ajetreos tolerables. Es una zona pintada de verde, reconocible y auténtica. Cuando algunos individuos se plantean rebasar esa zona de confort, dar un paso más, el entorno recuerda la existencia de dragones, de abismos insondables, de peligros inminentes, de bestias feroces dispuestas a triturar a los temerarios. Aquellos  individuos contestan que se armarán de espadas, de maromas sinfín, de escudos y armaduras, de valentía y de locura, que osarán poner un pie más allá, un pie fuera de su zona de confort, del lugar que parece les hace sentir seguros e invulnerables. El entorno aullará, pondrá el grito en el cielo, clamará a los dioses y si el temerario continúa con su idea, el entorno lo olvidará y preparará el reproche a punto en la boca cuando el hijo pródigo regrese con el rabo entre las piernas. Pese a todo, algunos individuos mirarán hacia adelante y marcharán.

Qué acertados los guionistas de aquella película que pusieron en la boca de Neil Armstrong aquella gran frase “Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”. Resume el sentir de esa sensación, la sensación de salir de la zona de confort, que no requiere una gran hazaña, a veces basta con un solo paso, con una llamada telefónica, con una maleta escuálida, con un beso furtivo, una declaración de independencia o un verso escrito en un papel.

Salir de la zona de confort es tan sencillo, en ocasiones, como darse cuenta de que hoy es un buen día, mirar a tu alrededor y amar con intensidad lo que te rodea, ser consciente de lo maravilloso de su sonrisa, de lo valiente de su mirada, abrazar sin miedo su cuerpo y besar con la intensidad de antaño. 

Hoy es un buen día, admitirlo, pelear por ello, conseguirlo, es ya una revolución que nos lleva más allá de nuestra zona de confort. Una revolución que nos hace capaces de matar dragones. ¿Estás dispuesto, estás dispuesta a admitirlo? Tienes todo el verano para pensarlo.

Un buen día, hoy es un buen día.

MÚSICA "Un buen día" de Los Planetas





 

viernes, 24 de julio de 2015

Una forma de leer el mundo



Son apenas una fila de hormigas negras sobre un desierto blanco de papel. Apenas unas filigranas, unos signos, símbolos extraños, un sentido abstracto de lo que nos rodea. Y pese a no ser nada más que eso, o todo eso, son capaces de zambullirnos en el mar más profundo, ignoto y desconocido.

La lectura, los libros, siempre me han parecido un prodigio, un truco espectacular, una especie de conjuro, de mágico hechizo. Las palabras conjuntadas unas con otras, complementarias y contradictorias, capaces de construir en la mente del lector un mundo, una vida, una paisaje, una escena, una fotografías, más aún, un sentimiento, una emoción. 

El milagro de la lectura, una arquitectura que se construye sobre el vacío de la imaginación.

Desde que aprendí a leer, me recuerdo todos los días de mi vida con un libro en la mano. No tengo la revelación de saber cuál fue ese primer gran libro que me hizo abrir los ojos y me cautivó definitivamente, probablemente sería la conjunción de muchos. Quizá El Pirata Garrapata, o Fray Perico y su Borrico, quizá… en aquellos libros naranjas del barco de vapor que me llevan directamente a la infancia. Quizá Poeta en Nueva York o el Romancero Gitano o cualquier verso suelto de Aleixandre o Neruda, pusieron las notas de mi primer amor. También Stephen King, imán colérico de terror en la adolescencia. Quizá Vázquez Montalbán, Camilleri, Vargas con su tinta negra. Quizá Baricco, Carrere, Echenoz con acento europeo. Y más allá del mar, quizá Vargas Llosa, Rulfo, Galeano y García Márquez con acento sudamericano. Quizá Cormac Mac Carthy, Steinbeck, Raymond Carver de Estados Unidos. No pueden faltar entre mis dudas, quizá, Ana María Matute, Ramiro Pinilla, Muñoz Molina, Miguel Delibes, Kirmen Uribe…. Y digo quizá porque mi memoria desdibuja mi paisaje de lecturas y las mezcla y las confunde y las superpone unas a otras en un cóctel de locura literaria.

Nunca me he agobiado en mis elecciones, nunca he querido dejarme llevar por los listados ni por la obligatoriedad de algunos títulos que se consideran imprescindibles, me he dejado llevar por la intuición, por las apetencias, por los gustos afines de terceros… Y he construido en mi mente un enorme y precioso collage, un mapa, un atlas de mis lecturas, y por ende, también de mi vida.

La lectura, la literatura, son un milagro, un conjuro, un hechizo, una forma de leer el mundo.

SER Marbella Costa del Sol, La Firma
23/JUL/2015

viernes, 17 de julio de 2015

EL INCENDIO



Eran las tres y media de la mañana cuando una llamada nos arrebató del sueño. Vestirnos a medias, recoger a Daniela de su plácido sueño, cargarse una bolsa al hombro con lo único imprescindible y salir. Salir a un ensayo de infierno, al cielo arrebolado de rojos, al penetrante olor de la vida ardiendo. Las cenizas bailaban ante nuestros ojos y las brasas ardiendo flotaban en el aire como chispas de fragua. Montarnos en el coche, recoger a la exigua familia, dejar pasar un caballo blanco entre el humo. Contemplar las llamas, el fuego, la verdad del desastre.

Era el último día de agosto de 2012. Fuimos desalojados de Ojén junto con cientos de familias. Un incendio devastador devoraba la tierra, los árboles, los animales. 

En mi tierra, un norte verde, húmedo y fragante, los incendios forestales son una anécdota, apenas un caso más en los periódicos, en los informativos. Aquí, en este sur mediterráneo de veranos eternos, la realidad del fuego es devastadora.

Ayer, Ojén, vivió otra alarma, una de tantas, que puso a la población en vilo, a los servicios de emergencia a trabajar, a temer lo peor entre la ciudadanía. Apenas fue un susto. Pero es cierto que desde aquel último día de agosto del año 2012, la palabra incendio ha cobrado una nueva dimensión para mí. Se disparan unas alarmas que antes no se disparaban, un instinto animal casi olvidado pone en rojo mis alertas. Miro al cielo, compruebo la dirección del viento, olfateo el aire, compruebo la temperatura, aguzo el oído. 

También se instaló en mí otra mirada sobre las gentes que llegan cuando todos los demás nos vamos. Los servicios de emergencia, los bomberos, los retenes del INFOCA, sanitarios, agentes forestales, pilotos de medios aéreos, policía local, guardia civil, protección civil, algunos cargos públicos… Cuando las fauces del incendio se abren dispuestas a devorarlo todo, ellos y ellas están ahí, dispuestos a jugarse el tipo para que Israel, Antonia y Daniela salven el pellejo. Es una realidad y hasta que no se vive en primera persona, no se le da el valor real que su entrega tiene. 

Se agudiza también el epíteto grueso contra los imprudentes, los descerebrados, los insolidarios… Que pese a tener desde hace casi tres años ante sí, el panorama desolador provocado por un incendio, aun tiran colillas por la ventanilla de su coche, o queman rastrojos fuera de tiempo y sin permiso, o hacen una barbacoa sin tomar las precauciones necesarias… A todos ellos me gustaría verles con la cara ennegrecida, con la peste a humo sobre la piel, con el calor sobre el rostro que muestran los retenes tras sofocar un incendio. Ahí me gustaría verles, mirando de tú a tú al monstruo. Justo ahí.

El ser humano no aprende, es desmemoriado y descuidado, y en esta desmemoria y en este descuido es donde se fraguan las tragedias.


viernes, 10 de julio de 2015

EVOCACIÓN



Tiene la música un profundísimo poder evocador, es sabido por todos… Aquella melodía asociada a aquel recuerdo que explota en la memoria vívido y real cuando suenan apenas un par de compases.
Nuestras canciones forman un colosal mapa de nuestros recuerdos y si las pusiéramos en orden cronológico nos veríamos a nosotros mismos aquí y allí. Aquel amor, aquel baile con la familia, aquella melancolía, aquella fiesta irrepetible, aquel susurro, aquella noche imposible, aquel mar de otro tiempo, aquella mirada… Todas y cada una de esas imágenes asociadas a una melodía concreta, a un sueño del pasado remoto o reciente, a una situación, a una emoción.

El fin de semana pasado concluyó en Ojén una nueva edición de OJEANDO Festival, uno de los festivales más destacados y apreciados del sur de España, un evento singular que hace complementarias la música de vanguardia y el tipismo andaluz, formando en ambos un binomio indisoluble.

Por aquellas cuestiones del trabajo, servidor apenas puede disfrutar durante el festival de un fragmento o dos de conciertos aislados, un trazo de música que va y que viene, como un mar proceloso que se me escapa entre los dedos.

Resulta paradójico que la banda sonora de OJEANDO, cada año, me acompañe durante meses y luego, en las dos jornadas en las que dura el festival me abandone a mi suerte como a un paria, como a un huérfano musical, que las canciones pasen fugaces ante mí como en un parpadeo.

Pero este año quería rubricar en mi memoria un recuerdo definido, una emoción que me acompañara desde 2015 hasta el fin de los días, provocar un encuentro con la música, dejar que me empapara, que me embriagara, emborracharme hasta la saciedad de sus compases. Un firme propósito de recordar este OJEANDO 2015 para siempre. 

Ahora, cerraré los ojos y cuando escuche aquella canción, recordaré la noche, la tibieza de la brisa, el sudor, el sabor amargo de la cerveza, la vibración de la sangre, el estallido en el corazón, la sonrisa pintada en la boca, las ganas irresistibles de volar, la energía de la vida.

Se llaman Belako, tienen apenas veinte años recién cumplidos y gracias a ellos recordaré siempre este OJEANDO Festival 2015, cuando en mi coche, en la tranquilidad del hogar, cuando la vida me derrumbe… Cante a voz en grito…  I still love you / I Hate You / So tell me where’ve you been…. Todavía te quiero, te odio, dime dónde has estado… Dime dónde has estado…. 

BELAKO, Haunted House.